Para que no nos olvidemos

Ahora que se acerca el 20-N, y que desgraciadamente todo apunta a que la extrema derecha ganará las elecciones (a no ser que Mariano la líe, que todo puede ser), algún sector social se está poniendo nervioso. Me refiero al sector homosexual, que está preocupado por si el PP derogará o modificará la Ley de Matrimonio Homosexual, dejando en el limbo los más de 20.000 matrimonios ya celebrados y poniendo problemas a los que se quieran celebrar en el futuro. De hecho parece que hay una especie de carrera para casarse antes del próximo 20-N, y así evitar futuros impedimentos.

Dos noticias de hoy me han preocupado, auque desgraciadamente no me han sorprendido, la primera es esta: "Una bodega anula el banquete de una pareja homosexual". Inmediatamente he buscado un contacto en la página web de dicha bodega, y les he enviado el siguiente email:

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Estimados señores:

Leo con estupor la noticia de que ustedes han anulado un banquete de bodas alegando que, al ser una boda gay, esta "atenta contra la moral personal de Álvaro de Alvear, socio mayoritario". Les envío este email, con la esperanza de que ustedes me contesten desmintiendo dicha noticia. De no ser así, este acontecimiento "atenta contra la moral del que les está escribiendo", y lamentándolo mucho, y pese a ser un gran aficionado a los buenos vinos de este país, dejaré de consumir los que ustedes elaboran, haciendo además todo lo posible para que mis amistades enológicas dejen también de consumirlos.

Espero sus noticias, etc, etc. etc.

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Os invito a que copiéis el texto y se lo enviéis con vuestro nombre. La dirección de email es bodega@vsantamarina.com.

La segunda noticia, mucho más grave, se refiere al juicio y condena de unos padres (por llamarlos de alguna forma) por negar la asistencia médica a su hija de meses confiando exclusivamente en la curación por la fé. Afortunadamente se actuó a tiempo, a los padres se les retiró la custodia de la niña y esta fué atendida para extirparle un tumor (del tamaño de un melocotón) del ojo izquierdo.

Al hilo de estos dos despropósitos, que como siempre llevan el hilo conductor de la puta religión, os dejo aquí un texto fantástico que circuló hace algunos años con motivo de la aprobación de la Ley de Matrimonio Homosexual. No tiene desperdicio.

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Yo tambien estoy de acuerdo con los matrimonios entre católicos.

Estoy completamente a favor del permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedirselo. El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de caracter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás.

Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.

Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestrucuturadas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruín de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de ” ¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos! “.

Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bién es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás. Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitirseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

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PD: Desconozco la autoría del texto, así que si alguien sabe quien lo escribió, no tiene más que decirlo y procederemos a redactar la correspondiente atribución y enlazaremos al link original si es menester.

Actualización 04/11/2011 11:00 h. Me comunica Efraín que el autor es Allan, así que enlazamos directamente a su web "Psicobyte". Merece la pena leer los comentarios de su artículo.

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